miércoles, 19 de febrero de 2014

El nuevo lenguaje del Papa Francisco. Próxima sesión del seminario


Son muchos los que no dudan en afirmar que la llegada del Papa Francisco al Pontificado ha supuesto una revolución en el lenguaje. Su estilo directo, urdido de imágenes evocadoras y neologismos inéditos, transmite el mensaje con un vigor renovado y genera una lograda experiencia comunicativa.

El Seminario Nuevos Lenguajes en el Cristianismo sigue con especial interés los gestos y palabras que apuntan precisamente hacia un “nuevo lenguaje” con el que expresar –o en el que se expresa- la experiencia cristiana. Nos proponemos por ello estudiar la Exhortación Evangelii Gaudium desde el punto de vista que nos es más propio: el lenguaje. A este particular dedicaremos la próxima sesión del Seminario, el 26 de febrero.

Proponemos las siguientes cuestiones para orientar la lectura del texto y preparar las intervenciones:

* ¿Cuáles son las palabras más utilizadas por Francisco?
* ¿Qué palabras, expresiones o giros te han llamado más la atención? ¿Por qué?
* ¿Se trata realmente de un lenguaje nuevo? ¿Por qué?

Reciban un saludo cordial,

Daniel Barreto y Juan Francisco Comendador






                                      Fotograma de "El Evangelio según San Mateo" de P. P. Pasolini 

domingo, 9 de febrero de 2014

Resumen de la sesión dedicada a Desnudez, de G. Agamben

Daniel Barreto

Agamben presenta dos interpretaciones contrapuestas del pasaje del Génesis en el que Adán y Eva se avergüenzan de su desnudez. Por un lado, la interpretación dominante en la historia de la teología, formulada por San Agustín. La desnudez es la mera corporalidad abandonada por la gracia después del pecado del origen. Antes de la expulsión del paraíso, el hombre está vestido de gracia. Esa gracia sustrae al hombre de su condición animal. Una vez arrebatada la gracia, el hombre se avergüenza de su parte animal, que no puede doblegar a voluntad. 

Esta supeditación de la naturaleza a la gracia es análoga a la que Agamben describe entre derecho y nuda vida. La relación de dominio incurre, para el filósofo italiano, en una contradicción. La corrupción y la muerte entran en el mundo a causa del pecado. Pero, al mismo tiempo, al identificar un vestido de gracia, se reconoce que en el paraíso había una naturaleza previa a la gracia. En esta contradicción detecta Agamben el sentido dominador de la relación entre el orden natural y el sobrenatural, la concepción de la naturaleza como una función exigida por la gracia.

El rechazo del cuerpo y la naturaleza como materiales inferiores y degradados guarda relación con el dispositivo de la desnudez en su sentido teológico. Del mismo modo, en la modernidad secularizada, la relación entre moda y desnudez oculta un trasfondo teológico. La moda hereda la gracia divina que salva la corrupción del cuerpo. Las presuntas subversiones de esta comprensión de la desnudez a menudo la refuerzan o reproducen su dispositivo. Así el sadismo. El sádico busca despojar al cuerpo de su gracia, reducirlo a mera corporalidad funcional, a "nuda vida". Pero sin la referencia implícita a lo que se opone al cuerpo, su acción quedaría neutralizada.



                                                    (En el centro, Basilio el Grande)

La otra interpretación del pasaje del Génesis la traza Agamben a través de referencias a Pelagio, Basilio el Grande, el Maestro Eckhart, la psicología medieval y, sobre todo, Walter Benjamin. Para Pelagio, el pecado no sería una herencia universal. La gracia estaría dada en la naturaleza humana misma y cada hombre podría elegirla libremente. El profesor de Antropología Teológica, Juan Francisco Comendador, explicó la polémica de San Agustín contra Pelagio y el papel que ha desempeñado la acusación de pelagianismo en la historia de la teología.

Para Basilio el Grande y la tradición oriental, la desnudez tras el pecado no significa el descontrol de la libido, sino la pérdida de la contemplación de Dios y el paso a una relación utilitaria con el mundo y los hombres. Las pieles que deben llevar Adán y Eva significan el conocimiento instrumental y el trabajo, el abandono de una relación amorosa de contemplación con Dios. Escribe Agamben:

"La caída no es la caída de la carne, sino de la mente; la inocencia perdida y la desnudez no conciernen a un cierto modo de hacer el amor, sino a las jerarquías y las modalidades del conocimiento".

La teóloga Beatriz Naranjo sugirió en su interpretación del ensayo que esa caída en la dimensión del conocimiento podía identificarse en la modernidad con la ideología del progreso y con la sociedad industrial.

Agamben subraya el sentido de la desnudez en la psicología medieval. Ahí la desnudez remite a la imagen despojada de lo sensible, a la imagen como esencia. Esta imagen no es una representación de la cosa en la mente, sino la vibración, el temblor de la cosa en el hombre. La desnudez remite a la vida de la cosa en la mente humana.

Según Walter Benjamin, la belleza implica la relación entre el velo y lo velado, es la seducción de un misterio. Pero en el rostro humano esa relación se neutraliza. El rostro aparece como el bien que no esconde ningún secreto. La desnudez sustraída al dispositivo teológico rompería la separación entre velo y secreto. Lo que Agamben intenta es pensar la desnudez fuera de la onto-teología, fuera de la metafísica.  La metafísica, en tanto separación entre esencia y apariencia, queda desactivada en el rostro como aparición del bien.

La interpretación que propone Agamben del Génesis parece basarse en la teoría del lenguaje de Walter Benjamin. La caída sería una pérdida de la capacidad para escuchar la esencia lingüística de la creación. El lenguaje post-adánico pretende imponer un nombre arbitrario a las cosas, sin tener en cuenta su esencia. La imposición violenta del nombre se identifica con la explotación de la naturaleza.