viernes, 21 de junio de 2013

Nota breve sobre la poesía de Jorge Riechmann


Daniel Barreto

¿Es posible leer la poesía de Jorge Riechmann como expresión de una espiritualidad política? Su punto de anclaje —y de partida—  es una resistencia interior. La interioridad mantiene una reserva que no puede reducirse al espacio público. Al mismo tiempo, se trata de una palabra que dirige su juicio hacia la política y la historia, los espacios de la visibilidad común. Su fuerza está en el lugar interior desde el que procede el juicio.
La retirada al mundo interior desde el que aprender a mirar, escuchar y hablar no es una especie de escapismo, sino un desvío para resistir al embate de la simbología que impone el hechizo global del mercado. Los poemas serían oportunidades para despertar del sueño de la mercancía.
«Espiritualidad política», santo y seña con el que condensar el efecto de lectura de El común de los mortales (Barcelona, 2011). Pero habría que precisarlo. Está claro que no se trata de una escritura religiosa o confesional. Nada más lejos de la tradición literaria e intelectual en la que se mueve Jorge Riechmann. Y, sin embargo, hay una forma de espiritualidad en la percepción de lo supuestamente insignificante como índice de un milagro. Experiencia de asombro e indignación. La conciencia del peligro que amenaza la belleza del mundo traslada a sus poemas una tensión ética y política.
Las personas comprometidas en movimientos sociales y políticos, quienes trabajan por mejorar el mundo o por resistir a las fuerzas que acercan su colapso, ¿no lo hacen movidos por una cierta forma de experiencia como la que consigna Riechmann en su poesía?  



EL CAMINO ESPIRITUAL DE LA JUSTICIA Y LEY HUMAMA




Agustín Ortega Cabrera 

Como hemos estado viendo durante todo este tiempo, la crisis que vivimos, con sus injusticias sociales/globales crecientes generadas por el inmoral capitalismo, solo tienen respuesta si vamos al fondo de las cuestiones. No hay duda que la raíz de la crisis del inhumano capitalismo- con sus ídolos del mercado y del beneficio, de la posesión y de la propiedad, con sus falsos dioses del poder y la riqueza…-, además de económica, se localiza en su trasfondo social y ético. Es una crisis espiritual de la civilización capitalista que con su individualismo, su economicismo y consumismo, etc. ha negado la vida y dignidad de las personas y pueblos e impedido un desarrollo humano y social, sostenible e integral (moral y espiritual). Creemos que lo más valioso de la filosofía y del pensamiento, como son las ciencias sociales o humanas, por ejemplo la psicología, en dialogo con la espiritualidad y la fe, con la teología: pueden darnos claves y criterios con las que afrontar, superar, a nivel espiritual y ético, dicha crisis capitalista y sus males e injusticias. Es lo que intentaremos a continuación.


La persona es un ser espiritual y moral, solidario y sociocomunitario, ético-político e histórico que se realiza en la realidad y en el mundo, en la sociedad y en la historia desde el don del Otro (Dios para la fe) y los otros que le regalan la vida y existencia humana. Como se manifiesta en la experiencia del pueblo judío, por ejemplo en el acontecimiento fundante del Éxodo narrado en la Biblia, la historia de la humanidad se realiza  en esta Revelación del Don del Otro, de Dios, y de los otros desde la compasión con los sufrimientos e injusticias que padecen los explotados y oprimidos. Los otros y el  Otro, que es Misericordia y Justicia, Dios mismo no es, por tanto, neutral, sino parcial hacía las víctimas de la historia. Así salva Dios: poniéndose de parte de la  viuda, del huérfano y del inmigrante, de los pobres, oprimidos y excluidos en su Compasión con el sufrimiento e injusticia que se comete sobre estas víctimas; y, de esta forma, liberarnos del pecado y del mal, de este egoísmo, injusticia y opresión que los ídolos del poder y la riqueza, los imperios de todos los tiempos,  imponen sobre los pobres y marginados, sobre las personas y pueblos.


Esta es la entraña e itinerario de la vivencia espiritual del pueblo hebreo que al experimentar en su camino a este Dios como Salvador y Liberador, como Compasión y Justicia, lo ha sentido y comprendido también como Dios Creador y Vivificador. Así aparece en los escritos bíblicos del Pentateuco, de los Salmos y Profetas, donde Dios y su Justicia se manifiesta en la vida e historia de los pueblos: como defensa y promoción liberadora de la vida y dignidad de los explotados y oprimidos; como restitución socio-histórica y redentora de los atentados e injusticias que sufren los pobres y víctimas, en una reparación de esta vida digna y derechos de los excluidos y marginados. Los otros y el Otro, pues, nos regalan su Don de la Justicia Liberadora de todo mal e injusticia, que  restituye e implanta los derechos y la vida negada al pobre; para así liberarnos de una vida de egolatraía, injusticia y opresión causados por estos falsos dioses del poder y la riqueza, de la dominación y de la violencia.


A la realidad y a Dios se le conoce o se le alaba cuando se práctica el derecho y la justicia con los pobres. El conocimiento y culto a Dios se realiza en esta praxis de compromiso por la paz y la justicia liberadora con los oprimidos. Esta experiencia por la compasión y la justicia ante el mal y la injusticia, va abriendo al pueblo de Israel a la vivencia y creencia de la vida plena y eterna, del triunfo definitivo del Don de la misericordia y de la justicia liberadora sobre el dolor, la injusticia y la muerte. Tal como aparece en el Nuevo Testamento y en la tradición de iglesia, la experiencia cristiana acoge y plenifica todo este legado bíblico con la Novedad del Dios Encarnado en Jesús de Nazaret, con su Proyecto de Reino. Es el Dios Padre, con Entrañas Maternas, Revelado en la Pascua de Jesús y su don del Reino de amor y fraternidad, de perdón, paz y justicia universal, liberadora con los pobres de la humanidad. Un Reino que defiende y promueve la vida digna, liberada y liberadora, plena, eterna…El don de la justicia que satisface nuestras necesidades o capacidades (eros) y, respectivamente,  la entrega por el otro en el amor que busca el bien común (ágape): alcaza en la caritas cristiana la síntesis más acabada de lo humano y espiritual. El ser humano está constituido por este dinamismo del eros o justicia (recibir) y dar (ágape), de experimentar esta caridad del amor misericordioso o compasivo que está unida, inseparablemente, a la justicia liberadora con los pobres que realiza el bien común y la civilización del amor.

La realización y la felicidad de la persona se va logrando mediante este amor: que se hace compasión con el sufrimiento, la injusticia y la opresión; que se compromete en la   solidaridad, asimétrica, con los pobres para la justicia social y el bien común frente todo egoísmo, injusticia y opresión. No hay, por tanto, desarrollo de la persona sin este amor social y político que, solidariamente, se responsabiliza por el bien común y la justicia con los pobres,  por la defensa y promoción de la vida, dignidad y derechos de los seres humanos. Y viceversa, de forma inte-relacionada, no hay desarrollo de la sociedad sin promover la vida, dignidad y protagonismo de las personas en este bien común y justicia social. Persona y sociedad/mundo lejos de oponerse, al contrario, se retro-alimentan mutuamente en el bien común, en comunidades solidarias y en una humanidad justa, fraterna y pacífica.  Así, frente al individualismo posesivo del neoliberalismo, del inmoral capitalismo, la persona se realiza y plenifica en la solidaridad que se compromete por la justicia con los pobres, por el bien común de la humanidad. Contra el comunismo colectivista, el totalitarismo colectivista, la sociedad se desarrolla en la subsidiariedad  que promueve la libertad y la gestión o protagonismo de las personas y grupos sociales, de la comunidad civil en la vida y realidad política.

Todo este dinamismo o desarrollo y carácter personal y sociocomunitario, ético, antropológico y espiritual que constituye al ser humano como tal, como persona, es lo que se ha dado a llamar, en la tradición moral, la ley natural. La ley natural o humana (antropológica), es decir, estas dimensiones y claves constitutivas de la persona. Tales como el amor y la compasión, la vida y dignidad de la persona, la paz y la justicia, la libertad y la igualdad: son la clave de bóveda de los derechos humanos, de toda ley positiva o jurídica que quiera ser justa y que busque el bien común. Las leyes u ordenaciones jurídicas e instituciones son realidades importantes e imprescindibles de las personas, ya que somos seres socio-comunitarios y políticos. Pero cuando no se ajustan a esta ley natural o humana, a la vida y dignidad de las personas, al bien común y a la justicia con los pobres, dichas leyes u ordenamientos, las instituciones y autoridad pierden su razón de ser y no hay que obedecerlas. Ante bien, hay que desobedecerlas y resistirlas, luchar de forma pacífica, democráticamente por erradicarlas. Y poner en su lugar otra autoridad, otras leyes e instituciones que obedezcan a la justicia, esto es, a lo que le corresponde al ser humano por ser tal, al bien común y la felicidad.



sábado, 1 de junio de 2013

"Un político cristiano debe ser insumiso ante las leyes que no protegen al pobre"

Hoy el periódico La Provincia publica esta interesante entrevista con Ambrosio Sebastián Abeso, profesor de metafísica en el ISTIC y compañero de departamento de Filosofía

En la homilía de las fiestas de San Fernando de Maspalomas hizo una apelación a obedecer antes a los pobres que a las leyes. ¿Esa invitación era para los políticos cristianos o para todos?

Ambrosio: Hombre, principalmente a los políticos cristianos, que deben tomar las decisiones teniendo presentes las convicciones de su fe. Tienen que actuar como actuaría Cristo. Y, también, desde la perspectiva humana, a todos los políticos por su implicación al servicio de los demás, porque estábamos en la fiesta de San Fernando políticos y cristianos.

Es decir, que primero están los pobres y después las leyes.

A: Exacto. Desde la perspectiva de los que acusan a Jesús de curar los sábados, ¿qué debe hacerse: salvar a una persona o dejarlo morir? O, como se preguntaba Jesús, ¿qué es más importante una persona o un burro? Y les decía "ustedes me acusan de no respetar la ley de Dios, pero si a ustedes se les cae un burro en el pozo en sábado, lo sacan". No hay dudas, primero están las personas y, fundamentalmente, los pobres y después las leyes.

¿Cumplen los políticos cristianos con ese mandato?

A:Creo que no, porque tienen miedo a la cruz, porque van a ser o pueden ser criticados. No lo cumplen porque pueden perder prestigio personal o público, o incluso perder cargos. Jesús fue acusado de que acogía y comía con pecadores. Era señalizado.

¿Llama a la insumisión a los políticos cristianos ante leyes que no protegen a los pobres?

A: Es una llamada a la justicia. Debemos ser insumisos cuando la ley no es justa y no protege a los pobres. Desde el aspecto de la ley debemos ser insumisos. Jesús lo haría, porque si no no lo habrían clavado en la cruz. Cuando hay un dilema entre la defensa del pobre y la ley, un político y cualquier cristiano debe optar por el pobre antes que por la propia riqueza. Por eso, qué difícil que entren en el cielo los que ponen la confianza en el dinero, y no en Dios y los hermanos.

¿Su invitación era a todos los políticos o a los del sur de la Isla?

A: Hombre. Primero a todos los políticos cristianos de Canarias y de fuera de las Islas. Pero, más concretamente me dirigía a los políticos de Canarias y a los nuestros de la zona Sur. Y parece ser que algunos solo han intentado coger lo de que los políticos son cobardes, desde el aspecto de que no se ha hecho otro tipo de política desde su condición de la fe.

¿Qué le preocupa de la zona?

A: Sé que aquí en el Sur desde los años 90 se ha apostado mucho por la hostelería, que es fundamental, y por el turismo, que es importantísimo. Pero no se ha hecho políticas de familia. A una persona le quitas a Dios, no tiene cultura, no tiene familia y ahora no tiene trabajo, es una persona abocada al suicidio. Habría que hacer otro tipo de política.

¿A qué se refiere?

A:Desde la perspectiva del turismo, cuántos jóvenes de Maspalomas para abajo son directores de hoteles. Si no lo son, vamos a ir a una formación más integral.

¿No cree que la jerarquía se ha preocupado también más por las normas que por una apuesta clara por los pobres y una denuncia a las injusticias?

A:Sí. Además nuestro obispo emérito Ramón Echarren lo denunció muchas veces. Eso está en el fondo cuando el Papa Francisco invita a los sacerdotes a oler a las ovejas, porque así nos saltaremos muchas normas para que el rebaño pueda vivir.

¿No cree que también invita a no preocuparse solo por la Educación o la sexualidad, sino a poner el acento en los pobres?

A:El acento del Papa va por ahí y es para todos los sacerdotes.

¿Cómo valora el aplauso de la gente a su homilía?

A.:Me sorprendió. No esperaba el aplauso, porque invitaba a que todos hagamos esa reflexión. También reconozco que en San Fernando me ven como un hijo suyo, porque estuve allí dos años de seminarista. La gente me felicitó.

¿Qué le dijeron sus compañeros curas después del sermón?

A.:Les gustó. Valoraban no solo la valentía de llamar las cosas por su nombre, sino porque veían una denuncia profética y una llamada a que todos volvamos a poner el corazón en Dios y en el hermano.

¿Alguno manifestó que el alcalde no les daría de comer?

A.:Dos compañeros dijeron que igual por mi culpa no nos iban a pagar la comida, pero yo les contesté que eso no iba a ser así.

¿Se acercó algún político?

A.:No mucho, salvo el concejal José Carlos Álamo, que me dijo que le gustó mucho la homilía. Me comentó que se sentía orgulloso de que fuera su párroco de El Pajar.

¿La reacción a sus palabras le ha sorprendido?

A.:Me ha sorprendido mucho el revuelo en los medios de comunicación cuando ese mensaje está clarísimo en el Evangelio. Esa es la realidad que vemos. Nos llama a todos al cambio, a volver a lo esencial. En mis palabras no encuentro ninguna novedad más que la de seguir a Cristo desde la convicción de cambiar las cosas. El rumbo de lo que vemos no es nada evangélico.

¿Qué demuestra eso?

A: Que, a pesar de escribirse hace más de veinte siglos, el Evangelio sigue vigente. No es cosa de ayer, sino que Jesús nos habla al hombre de hoy a cambiar.

¿Pero, para usted los cristianos deberían ser más creyentes y más valientes?

A.:Los cristianos no debemos olvidar la denuncia profética. En ese aspecto somos cobardes todos los cristianos, cuando, para que no nos critiquen, para no exponer mi pensamiento ni mi realidad, me callo las cosas. No tendríamos que callarnos tanta verdad. Además, eso nos hace daño y lo sufrimos todos. Yo desde mi fe no voy a aprobar esto, yo renunciaría al cargo.

¿Deberían renunciar los políticos cristianos si viven en esas contradicciones?

A.:Sí, claro. Tendrían que ser coherentes o renunciar a lo que van a ganar. El problema es que muchos bautizados son poco cristianos.